Pensando las aplicaciones digitales para la ciencia ciudadana

Pensando las aplicaciones digitales para la ciencia ciudadana

Por Roberto Méndez*

Desde hace un par de años he tenido la oportunidad de asistir a un taller anual organizado por el Monarch Lab de la Universidad de Minnesota acerca de la migración y el monitoreo ciudadano de la mariposa monarca, dirigido a maestros, promotores comunitarios e investigadores de México, Canadá y Estados Unidos. Este verano el curso se enfocó en buena medida al  conocimiento de herramientas digitales que pueden usar los ciudadanos interesados en el registro y monitoreo de fenómenos naturales, o ciencia ciudadana como también se le conoce a este conjunto de actividades.

Algunas de las herramientas que conocí durante los días del curso fueron e-bird (para el registro de aves), i-tree (para estimar beneficios de los árboles urbanos principalmente) y Journey North (para registrar especies migratorias entre ellas, la mariposa monarca). Se trata de herramientas que pueden emplearse desde distintos tipos de dispositivos como los teléfonos móviles, las tabletas y las computadoras, disponibles  para distintos sistemas operativos. Durante el curso los participantes nos tomamos un poco de tiempo para  explorarlas y pensar su uso en contextos educativos. Al final de una de las sesiones un buen amigo que también participó en el curso me preguntó “¿qué te parecieron estas herramientas?” Su pregunta concreta  y mi falta de una respuesta inmediata me hizo mucha resonancia por lo que decidí tomarme algunos días más para pensar y formular una respuesta. No sabía si me preguntaba sobre el potencial de dichas aplicaciones, sobre su código de programación, sobre el diseño visual –en varios casos muy llamativo– o sobre la ventaja de llevar dichas herramientas en el celular y de pasada en el bolsillo del pantalón.

Días después, uno de los organizadores del curso me pidió mi opinión y retroalimentación sobre las sesiones, los instructores y los contenidos lo que me obligó a pensar un poco más en la pregunta formulada inicialmente  por mi amigo. En esta sintonía, en las siguientes líneas presento algunos comentarios sobre dichas aplicaciones.

Sobre el lenguaje científico y las representaciones locales sobre la naturaleza. En principio, buena parte de lo que se revisó en el curso, y que a su vez corresponde al uso  habitual de dichas aplicaciones, estuvo enfocado a dos cosas muy relacionadas: la colecta de datos técnicos  (nombres de aves, insectos y plantas; condiciones climáticas, coordenadas geográficas, entre otros) y su posterior captura en formularios predefinidos, primero de papel y luego digitales. Si bien, este ejercicio se ha justificado desde el argumento que es necesario que los participantes de los programas de ciencia ciudadana manejen el lenguaje científico, considero que valdría la pena cuestionarnos ¿qué lugar ocupan las narrativas locales y los lenguajes cotidianos en los programas de ciencia ciudadana?, o para ponerlo en otros términos ¿qué estamos perdiendo o dejando de ver cuando las aplicaciones sólo están interpelando los datos científicos?

Descentralizar lo digital.  Las tecnologías digitales han mostrado su utilidad en el registro, visualización y organización de datos derivados del monitoreo participativo o comunitario,  pero creo que no se debe perder de vista que en la ciencia ciudadana mucho de lo que se hace se realiza con herramientas tradicionales como formularios de papel, mapas, lápices, reglas, lupas, binoculares entre otras herramientas que también es importante valorar y aprender a manejar. En otras palabras, lo importante de la ciencia ciudadana no está sólo en lo digital sino también en cómo combinamos herramientas de distinta naturaleza y apoyamos a los participantes a moverse entre el mundo de lo digital y lo análogo. Me parece que también es necesario que aprendamos a ser críticos con las aplicaciones que han surgido sobre ciencia ciudadana y cuestionar si éstas herramientas animan a los participantes a complejizar su entendimiento sobre los fenómenos naturales; o si ayudan a la búsqueda y análisis de la información y facilitan la construcción de significados y representaciones propias sobre los procesos ambientales. Más aún resulta necesario preguntaros ¿cuáles herramientas o aplicaciones hacen posible el intercambio de saberes y conocimientos? y sobre todo ¿cuáles permiten la exploración y la problematización del entorno inmediato de los participantes (la generación de preguntas, la indagación etc.)?

Lo principal es entender cómo dichas aplicaciones contribuyen a que los participantes puedan imaginar y formular preguntas sobre procesos sociales y ambientales que les afectan directamente. Creo que un proyecto de ciencia ciudadana es pertinente justo en la medida que los participantes puedan responder a preguntas propias. Hay proyectos de ciencia ciudadana muy interesantes vinculados a centros de investigación y universidades, pero creo que también se deben mostrar y trabajar los proyectos que surgen de preguntas e inquietudes más locales.

Me parecería pertinente animar a los participantes a usar plataformas como mapas digitales, procesadores de texto, hojas de cálculo y formularios que están disponibles en internet para aprender a desarrollar herramientas de ciencia ciudadana a la medida. En lugar de ser consumidores de aplicaciones que tal si buscamos que los participantes se conviertan en diseñadores de sus propias herramientas aprendiendo a elaborar formularios  en google forms, manejar mapas en Google Earth y Google Maps, etiquetar fotos  en Flirck y asignar su geoposición (coordenadas) a través de distintas aplicaciones disponibles para celular. Al final de cuentas quien realiza la ciencia ciudadana son todas aquellas personas que participan activamente de diversas maneras y no las herramientas por sí mismas.

*Estudiante de Doctorado en el DIE-Cinvestav y colaborador del LETS

**Foto recuperada en Caeza https://goo.gl/zd277x

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