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Estudiar apropiaciones digitales en la vida cotidiana: renegociar el rol del investigador en el trabajo de campo
CLAUDIA PATRICIA VALDIVIA SANCHEZ
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Estudiar apropiaciones digitales en la vida cotidiana: renegociar el rol del investigador en el trabajo de campo

Por: Patricia Valdivia

Investigar como aquella acción que nos lleva a buscar pistas o huellas que nos ayuden a querer comprender algún hecho o fenómeno del mundo en el que vivimos (Diccionario Etimológico Castellano En Línea, 2023), requiere construir procesos sistemáticos. Estos procesos contienen un conjunto de ideas, principios y normas que establece el mismo investigador para guiar su acercamiento y entendimiento de su objeto de estudio. Estas prescripciones constituyen lo que en su momento Dewey (1938/2022) llamó la lógica de la investigación. Varios autores coinciden en la importancia de que el investigador explicite las premisas que guiaron su forma de experimentar el mundo con el objetivo de que sus conclusiones y aseveraciones sean convincentes. Esto además contribuye a que la comunidad académica pueda identificar los principios a través de los cuales el investigador logró encontrar ciertos hallazgos (AERA, 2006; Barton et al., 2021; Skukauskaitė y Green, 2023; Harmey y Wilkinson 2019).

A lo largo de este proceso de sistematización de la investigación, los investigadores a menudo prevén algunas restricciones, aunque muchas de estas suelen ser planteadas en abstracto. A medida que la investigación se pone en marcha en un contexto cambiante muchas limitaciones pueden no suceder y muchas otras, que no estaban consideradas, pueden surgir (AERA, 2006). Si bien hay asuntos planeados también surgen imprevistos. Cuando como investigadores planteamos nuestros proyectos, podemos considerar múltiples aspectos de la investigación, predecir algunas variables y prever algunas formas de intervenir en cada caso.

Es posible ahondar en distintos momentos de la propia investigación en donde surgen imprevistos y, en consecuencia, las decisiones iniciales cambian; ya sea en el planteamiento del problema, las preguntas de investigación, los métodos de recolección de datos, el marco teórico o el análisis. Para este texto comparto algunos contratiempos a los que me enfrenté durante el trabajo de campo de mi investigación y la forma en cómo los resolví, con el propósito de orientar y contribuir, quizás, la labor investigativa de otros.

En mi investigación sobre la apropiación de las tecnologías digitales, me propuse estudiar a personas que usaran artefactos digitales como parte de su cotidianidad. Para este objetivo planeé usar la perspectiva etnográfica (Green y Bloome, 1997/2005) como una aproximación teórico-metodológica para comprender algunos aspectos de la vida cotidiana de las personas. Para poder aproximarme a los actores sociales planteé inicialmente entrevistarlos para comprender sus procesos de apropiación digital. Tenía que adentrarme a algunos momentos de la vida de las personas así que también decidí observar en qué tipo de actividades las personas insertaban artefactos digitales y en qué condiciones empleaban estos objetos. 

Pronto me di cuenta de que estudiar la vida cotidiana resulta un desafío. Es un ir y venir continuo y es un escenario lleno de imprevistos y de múltiples elementos que, desde el inicio, yo no había considerado. Distinguí que hay momentos en los que se pueden reunir datos de una de las formas convencionales: hacer entrevistas, tomar fotografías, grabar videos y audios de las conversaciones o actividades. En estas entrevistas los participantes pueden describir y explicar distintos aspectos de su vida personal, su formación educativa, su actividad laboral y sus usos de las tecnologías digitales. Con algunos participantes de mi investigación logré mantener estas entrevistas y esta dinámica para reunir datos. No obstante, con otras personas esa opción era prácticamente impensable.

Algunos participantes a los que deseaba entrevistar estaban laborando y se encontraban en sus espacios de trabajo. Si les pedía directamente una entrevista, quizás dejarían de trabajar y eso les implicaría reducir sus ingresos o tal vez, directamente dirían que no. Así que, para evitar ambas situaciones, agregué una nueva posición a mi rol de investigadora y me convertí en su clienta. En unos casos fue solo para presentarme y establecer el vínculo para después solicitar espacio y tiempo para entrevistarlos en algún otro momento y cuando era posible, pero con otros participantes fue un rol muy útil para hacer trabajo de campo y reunir información.   

Como ejemplo de este proceso para hacer trabajo de campo, comparto el caso de Jocelyn, una joven que trabaja en un cibercafé en la alcaldía Tláhuac y con quien era impensable establecer entrevistas a profundidad, aunque fuera de poco tiempo. Ella es una joven cuyo caso está documentado en la tesis de maestría (Valdivia, 2021).

Jocelyn es una joven que atiende el cibercafé. Jocelyn incorpora las tecnologías digitales en distintas actividades, conoce sus propiedades y las aprovecha para satisfacer las necesidades de los clientes. Utilizaba la computadora, impresora, fotocopiadora, escáner; teléfono celular y tableta en distintas actividades; navegaba por Internet en varios momentos del día. Las personas confiaban en ella para hacer trámites oficiales o abrir una cuenta de correo electrónico. Jocelyn, además de utilizar las tecnologías digitales para resolver cuestiones laborales, también las utilizaba para aprender japonés o aprender a dibujar. Por todo ello, fue importante para mí poder documentar, estudiar y comprender sus procesos de apropiación digital.

Por la afluencia de gente en este cibercafé era casi imposible conversar ampliamente con ella pues la mayor parte del tiempo estaba ocupada atendiendo a las personas, y aunque contaba con la ayuda de su mamá, su presencia era casi indispensable para satisfacer la demanda. Interrumpirla implicaba pérdidas económicas y de clientes para su negocio. Por tal razón, tuve que negociar mi rol en este espacio para poder reunir información porque reconocí que el acceso al mundo de Jocelyn no iba a ser fácil (Dyson y Genishi, 2005).

Hice visitas periódicas para encontrar el mejor momento para platicar con ella. Al inicio, las conversaciones con Jocelyn eran triviales e impersonales. Me acerqué como clienta y adquiría algún producto de su papelería, y mientras tanto, platicaba con ella sobre las instituciones públicas cercanas, trámites o preguntaba por sus servicios y otros productos. Ser clienta regular de su local hizo que me volviera familiar para ella. Una vez establecida esta relación, le compartí mi interés en que participara en mi proyecto de investigación. Cuando ella accedió tuve que reorganizar la posibilidad para reunir información sobre sus actividades. Ella laboraba en el cibercafé de lunes a viernes desde muy temprano hasta llegada la noche, después iba a casa a descansar. Los sábados iba a estudiar y regresaba al local a seguir atendiendo y los domingos era impensable solicitarle una entrevista pues era el día que ella ocupaba para sus actividades personales. Dadas estas condiciones, nuevamente renegocié mi papel como investigadora. Decidí mantenerme como clienta, no sólo adquiriendo alguno de sus productos (un folder, papeles autoadhesivos, plumas, marcatextos) sino solicitando alguno de sus servicios digitales (impresiones, fotocopias, escáner). Mientras las transacciones se realizaban, yo aprovechaba para preguntarle algunos aspectos de sus actividades con tecnologías digitales. Eran intercambios de 3 a 5 minutos en los que yo podía reunir información sobre sus procesos. Con el tiempo se iban revelando más detalles sobre la forma en que usaba las tecnologías digitales en sus actividades cotidianas, las situaciones que enfrentaba y las acciones que ella realizaba para resolverlas; es decir, poco a poco el foco de mi investigación fue surgiendo conforme la observaba y mantenía conversaciones con ella (Bogdan y Knopp, 1982).

Si bien esos intercambios eran muy valiosos, cada vez me interesaba documentar más de lo que Jocelyn hacía en ese espacio con las tecnologías digitales. Uno de los recursos más útiles para observar las actividades de Jocelyn, fue rentar una computadora. Con ello pude permanecer más tiempo en el lugar, sin interrumpir sus propias actividades, sin estorbar en el local (el cual era muy pequeño), y sin implicarle pérdidas económicas. Al ser su clienta habitual en la renta de una computadora logré documentar sus actividades, tomar notas y registrar sus usos de tecnologías digitales, sus intercambios con los clientes y aproveché en conversar con Jocelyn en algún momento en el que ella estuviera desocupada y mientras esperaba, yo realizaba alguna tarea en la computadora. 

En este tipo de visitas con este rol de clienta, me dediqué a observar, escuchar e identificar las acciones y las conversaciones que tenían lugar en este espacio. Registré todas y cada una, sobre todo aquellas en las que Jocelyn participó. En determinadas ocasiones tuve la posibilidad de grabar en audio las solicitudes de los clientes y las conversaciones que tenían alrededor de ciertas actividades. En otros momentos tomé fotografías cuidando la identidad de los usuarios, y en algunas oportunidades le pedí a Jocelyn que hiciera varias precisiones. Fue así que reuní un corpus de datos que está desarrollado a detalle en Valdivia (2021).

Con esta narrativa es posible distinguir que la lógica de investigación reúne prescripciones para comprender los fenómenos. En mi experiencia, reunía ciertas consideraciones para hacer trabajo de campo, pero en el caso de Jocelyn, tal planeación para hacerle entrevistas no fue posible. La lógica de la investigación pronto se convirtió en una lógica en uso (Green y Bloome, 1997/2005; Green, Dixon y Zaharlick, 2005), es decir, esos momentos en el que el investigador renegocia sus planificaciones en el sitio de investigación. Éste es un proceso que al interactuar con el contexto local en el que se realiza la indagación, el investigador va respondiendo a las demandas o imprevistos que se le presentan. Desde esta mirada, los imprevistos son oportunidades para que el investigador reinvente otras formas de participar y actuar en el campo. Todo esto muestra la riqueza que representan los cambios que el investigador hace en el curso de su indagación y asimismo, la naturaleza situada de la perspectiva etnográfica para poder estudiar la vida cotidiana.

[1] Maestra en Ciencias en la especialidad de Investigaciones Educativas en el Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav) y actualmente es estudiante de doctorado en el mismo departamento. Correo electrónico: claudia.valdivia@cinvestav.mx

Referencias:

American Educational Research Association. (2006). Standards for reporting on empirical social science research in AERA publications. Educational Researcher, 35(6), 33-40. https://doi.org/10.3102/0013189X035006033

Barton, Chris J., Qingqing Wang, Derrick M. Anderson, and Drew A. Callow. (2021). Synchronizing the Logic of Inquiry with the Logic of Action: The Case of Urban Climate Policy. Sustainability, 13 (19), 10625. https://doi.org/10.3390/su131910625

Bogdan, R., Knopp, S. (1982). Qualitative Research for education: An introduction to theory and methods. Allyn and Bacon, Inc.

Dewey, J. (1938/2022). Lógica: La Teoría de la Investigación (1938). Trad. Ángel M. Faerna. Prensas de la Universidad de Zaragoza.

Diccionario Etimológico Castellano En Línea. (2023). Recuperado el 25 de febrero de 2024 en https://etimologias.dechile.net/?investigar

Dyson, A., Genishi, C. (2005). On the case. Approaches to language and literacy research. (Vol. 76). Teachers College Press.

Green, J. L., Dixon, C. N., y Zaharlick, A. (2005). Ethnography as a logic of inquiry. En J. Flood., D. Lapp., J.R. Squire., y J. Jensen. (Eds.). Methods of Research on Teaching the English Language Arts: The Methodology Chapters from the Handbook of Research on Teaching the English Language Arts, Sponsored by International Reading Association & National Council of Teachers of English (pp. 145-194). Lawrence Erlbaum Associates.

Green, J., y Bloome, D. (2005, original published in 1997). Ethnography and Ethnographers of and in Education: A Situated Perspective. En J. Flood, S.B., Heath, y D. Lapp. (2005). Handbook of research on teaching literacy through the communicative and visual arts, volume II: A project of the International Reading Association (pp. 181-202). Lawrence Erlbaum Associates Publishers.

Harmey, S., y Wilkinson, I. (2019). A critical review of the logics of inquiry in studies of early writing development. Journal of Writing Research11(1), 41–78. https://doi.org/10.17239/jowr-2019.11.01.02

Skukauskaitė, A., y Green, J. (2023). Ethnographic Spaces of Possibilities: Interactional Ethnography in Focus. En Skukauskaitė, A., y Green, J. (Eds.), Interactional Ethnography Designing and Conducting Discourse-Based Ethnographic Research (p. 1-18). Taylor & Francis Group.

Valdivia, P. (2021). Apropiación de las tecnologías digitales a través del uso: un estudio de caso en Tláhuac, Ciudad de México [Tesis de maestría, Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del I.P.N]. https://repositorio.cinvestav.mx/browse?type=author&value=Valdivia+S%C3%A1nchez%2C+Claudia+Patricia

 

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